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«Por esto creerán que se te ha aparecido el Señor, Dios de sus padres, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob(A). Ahora mete la mano en tu seno», añadió el Señor. Y Moisés metió la mano en su seno, y cuando la sacó, estaba leprosa, blanca como la nieve(B). «Vuelve a meter la mano en tu seno», le dijo Él. Y él volvió a meterla en su seno, y cuando la sacó, se había vuelto como el resto de su carne(C).

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